Reflexión
Cuando comencé a practicar sumi-e (pintura de tinta), no alcanzaba a comprender el sentido de una de las categorías clásicas de los pintores letrados chinos, “pájaros y flores”, en la que además habitualmente podías encontrarte también peces e insectos.
Con el tiempo me he dado cuenta de que las certezas son como los dogmas y los prejuicios, se atrincheran en nuestra mente y nos obligan a categorizar, a poner límites a las cosas (y a la vida).
Hace poco tuve la fortuna de asistir a la inauguración de una exposición comisariada por Mario Guixeras en el Museo de Arte Contemporáneo Florencio de la Fuente de Huete titulada El movimiento de las cosas quietas, qué gozada poder disfrutarla con curiosa ingenuidad.
Por cierto, siempre se aprende más escuchando a los hijos que leyendo "libros de texto".
Llevamos toda la vida dando por sentada y repitiendo esa “tontuncia” para referirnos a los libros escolares o universitarios. ¡Cómo son las palabras!
Hijos del cielo y de la tierra en que vivimos, sección segunda.