En medio del ruido y del desconcierto en que nos sentimos inmersos, Hijos del Cielo y de la tierra en que vivimos es un pequeño paréntesis, aparentemente sin pretensiones; una semilla que su autor siembra de manera discreta junto a nuestros corazones para que, al crecer dentro de nosotros como dice en uno de sus textos, nos ayude a “superar miedos, salir de la tristeza, evitar la angustia, apaciguar la ira, dejar atrás los lamentos” y, sobre todo, a “descubrir lo que sientes, saber lo que quieres, soñar lo que anhelas”.
Lo dicho, agua fresca. Disfruta cada sorbo.